lunes, 11 de mayo de 2009

¿Plan Nuclear Argentino como Política de Estado? - Por Guillermo Hamlin

El día 18 de marzo de 2009, fue recibido en la Mesa de Entrada de la Cámara de Diputados de la Nación, un proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo Nacional, mediante el cual se prevé un régimen especial para el desarrollo del Plan Nuclear Argentino, que había sido ya anunciado por el gobierno en agosto de 2006, con el objetivo de “la reactivación como cuestión estratégica, de la generación nucleoeléctrica y el desarrollo de las aplicaciones y los servicios de la energía nuclear en los sectores de la salud, la industria y la actividad científica”. Dentro de tales objetivos se encuadran los decretos del 23 de agosto del 2006, que decidió la puesta en marcha de la Central Nuclear Atucha II y el del 24 de agosto del mismo año, que declaró de Interés Nacional la construcción y puesta en marcha del Prototipo de Reactor CAREM para generación nucleoeléctrica.

Este proyecto de ley elevado al Congreso, decide la construcción de una cuarta central nuclear de uno o dos módulos y la extensión de la vida útil de la CENTRAL NUCLEAR EMBALSE, proyectos a los que declara de Interés Nacional. Para ello, encomienda a NUCLEOELÉCTRICA ARGENTINA SOCIEDAD ANÓNIMA (NASA) la materialización de los objetivos fijados. Otorga a NASA exenciones y beneficios tributarios, dispone normas para la creación de fideicomisos e integración de fondos, obtención de créditos y facultades para expropiar los bienes necesarios, entre otras cuestiones pertinentes.

El proyecto de ley extiende el régimen propuesto a la ejecución de las obras tendientes a la finalización de la construcción y operación de la CENTRAL NUCLEAR ATUCHA II, al proyecto de extensión de vida útil de la CENTRAL NUCLEAR ATUCHA I, y a la construcción de toda otra central nuclear cuya ejecución le sea encomendada a NASA, siempre que se mantenga la titularidad accionaria de NASA en manos del ESTADO NACIONAL.
Central nuclear Atucha II

Este proyecto es una extensión de los regímenes que han protegido actividades similares en el pasado, cuya continuidad ha dado a nuestro país la posibilidad de situarse a la vanguardia de la tecnología nuclear en Latinoamérica.
De convertirse este proyecto en ley, el Plan Nuclear Argentino recuperaría el carácter de Política de Estado, que había perdido a partir de 1984.

Un poco de historia. El desarrollo científico-tecnológico.

Desde la fecha de su fundación por el Gral. Perón en 1950, la Comisión Nacional de Energía Atómica, recorrió un rápido y exitoso camino. En sólo 16 años, adquirió teóricamente, la capacidad técnica como para encarar la fabricación de bombas atómicas como las detonadas en Hiroshima y Nagasaki, por los EEUU. Sin embargo, nunca, los gobiernos argentinos, ni civiles ni militares, siquiera tomaron en consideración, la decisión política de hacerlo. Su desarrollo siempre se condujo por el camino de las aplicaciones pacíficas, como la generación nucleoeléctrica, diseño y construcción de reactores de investigación, aplicaciones medicinales, etc.

Dentro de un período de varias décadas, podemos brevemente enumerar: en enero de 1974, comenzó a funcionar ATUCHA I, la primera central nuclear de potencia de América Latina, en abril de 1983, comenzó a operar Embalse Río Tercero, nuestra segunda central nuclear de potencia.
El desarrollo científico-tecnológico del Plan Nuclear Argentino, alcanzó otro éxito notable, a sólo 33 años de su fundación, cuando el 18 de noviembre de 1983, el entonces presidente de la CNEA, vicealmirante Carlos Castro Madero, anunciaba que la Argentina había llegado a dominar el ciclo de combustible al enriquecer uranio por medio de una tecnología de desarrollo propio. Por aquella época solo poseían dicha tecnología y podían utilizarla soberanamente EEUU, URSS, Francia, China e Inglaterra.

Poco después, en 1984, prácticamente al mismo tiempo, se anunciaba el proyecto de un reactor nuclear de características novedosas: el CAREM. Este reactor nucleoeléctrico, cuya sigla significa Central Argentina de Elementos Modulares, diseño de la CNEA, y del cual el INVAP ya ha desarrollado la ingeniería de detalle, es otra muestra del elevado nivel científico–tecnológico que había alcanzado la Argentina en el campo nuclear. Este reactor es de cuarta generación, es decir de última generación, que utiliza uranio enriquecido como combustible y agua liviana como moderador, y sus sistemas de seguridad son absolutamente confiables, dado que dependen de principios físicos y no de circuitos lógicos ó de la intervención humana.

Ataques del imperialismo al Plan Nuclear Argentino.

Desde que la Argentina decidió avanzar en las investigaciones nucleares, a partir de la decisión del General Manuel N. Savio, en 1945, al frente de la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM), de prospectar el territorio argentino, en busca de minerales uraníferos, y de la decisión del Presidente Juan D. Perón, de fundar la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), en 1950, el imperialismo no ha cesado de acosar a la Argentina para desviarla de su curso. Ha utilizado todo tipo de recurso, como es habitual, apoyándose en la cultura antinacional de nuestra oligarquía y de las clases medias subyugadas por la misma, exacerbando el temor por la osadía de desafiar al imperialismo por un lado y en la autodenigración por el otro, al negar la posibilidad de un desarrollo tecnológico independiente.

Alfonsín y Menem frenan el Plan Nuclear Argentino

Los argumentos utilizados por Alfonsín fueron los del antimilitarismo y del pseudoecologismo, combinado con su prédica desmalvinizadora. Se hablaba de “quitarle poder a los milicos”, pero en realidad la consecuencia fue sacarle poder a la Argentina, frenar su desarrollo industrial científico y tecnológico, de manera que el proyecto de la tercera central nuclear de potencia, Atucha II, cuya instalación había sido decidida ya en 1980, quedó congelado.

Luego de que la denuncia de un pacto militar-sindical inexistente, cumpliera con su utilidad en la campaña electoral que lo consagrara como presidente, Alfonsín primero y después Menem, revelaron, a través del carácter de sus gobiernos, la existencia de un pacto más siniestro aún que el denunciado.

El pacto de los partidos mayoritarios con el imperialismo: asegurar la continuidad del modelo económico impuesto por el golpe cívico-militar del ´76 y garantizar el desarme y desmantelamiento industrial de la Argentina, a cambio de recomenzar la vida “democrática”. Aprovechando el descrédito en que las FFAA habían caído, luego de su participación en el nefasto golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976, instrumentado por el imperialismo, y de la derrota en la batalla de Malvinas, el gobierno de Alfonsín, da comienzo al plan exigido por las potencias imperiales de desmantelar la industria argentina y de discontinuar su desarrollo científico-tecnológico, desfinanciando tanto a la CNEA como a la DGFM. En el gobierno de Menem se completa la tarea, al privatizar y/o cerrar la mayoría de las empresas de la DGFM y de dividir en tres a la CNEA: CNEA “Residual”, ARN Autoridad Regulatoria Nacional y NASA, Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima.

Se instaló en la opinión pública de nuestro país, por medio de argumentos falaces tomados prestados del ecologismo equívoco, que la actividad nuclear era nociva para el medio ambiente porque producía peligrosos residuos radioactivos. Se completó la argumentación con las supuestas intenciones de los militares argentinos de desarrollar armas atómicas en su delirio belicista.

Las ventajas del Plan Nuclear Argentino

Considerando que la generación de energía eléctrica por medio de las centrales nucleares es la de más bajo costo comparada con otros medios, el aumento de la participación de la nucleoelectricidad en nuestra matriz de generación eléctrica bajará los costos promedio de nuestro aparato productivo, mejorando su competitividad, además de reducir el costo energético de los hogares argentinos y aumentar la confiabilidad del sistema de provisión de energía eléctrica.

La continuidad como exportador confiable de reactores nucleares de investigación, al dominar el ciclo de combustible, iniciado con el Plan Perú en 1977, continuado por la provisión a Argelia, a Egipto y en el 2005 a Australia, le dan a nuestro país la posibilidad de aumentar las exportaciones con altísimo valor agregado.

El potencial que tiene la Argentina, de comenzar la exportación de reactores de tipo CAREM, son inmensas, dados los planes de expansión de las plantas nucleares en el mundo, especialmente las de China e India. Estos países, que como otros del tercer mundo, poseen grandes territorios, para poder disponer de energía eléctrica en lugares donde no existen redes de distribución de alta tensión, pueden hacer un uso importante de generadores modulares como el CAREM, con rangos de generación de entre 25 y 300 MW, ideales para dicha aplicación.

El factor multiplicador que tiene un Plan Nuclear sobre toda la economía puede advertirse al considerar que para el desarrollo del mismo, son necesarias las participaciones de diversas ramas del conocimiento. Química del Uranio, Química Analítica, Radioquímica, Física Nuclear, Medicina Nuclear, Biología, Radiación Cósmica, Electrónica, Metalurgia, etc. Esto genera la necesidad de la capacitación de profesionales y técnicos aptos en todos estos campos, y eleva el nivel de la calidad de los empleos requeridos para sostener la actividad.

También es necesario el concurso de empresas proveedoras de la CNEA y de NASA, confiables y de alta tecnología, con planes permanentes de capacitación para su personal, originándose alrededor de este complejo industrial que sostiene al Plan Nuclear, necesidades de mediano y largo plazo de capacitación de personal altamente calificado para asegurar la calidad y continuidad de la actividad.

Retomar vigorosamente los avances logrados por la CNEA en el área de Reprocesamiento de combustibles agotados, que fuera interrumpido por Menem, es vital para ofrecer servicios de reproceso de combustible en las operaciones de exportación.

Hacemos notar que los combustibles ya irradiados utilizados en un reactor son retirados del mismo al decaer su efectividad, pero todavía contienen material físil (uranio, plutonio) que son recuperados mediante un reproceso químico, los que pueden volver a utilizarse como combustible, aumentando así el rendimiento de los minerales de uranio extraídos de nuestras minas. Pero esto no es la única ventaja de continuar con el reproceso de combustible nuclear agotado.

En efecto, la posibilidad de recuperar plutonio, nos permitiría encarar el desarrollo de las tecnologías avanzadas de fisión, como los reactores reproductores rápidos (breeders) que usan materiales combustibles en base a plutonio y que generan más combustible del que consumen. Esto haría que el rendimiento de nuestro uranio fuera mucho mayor. Por supuesto que el imperialismo desalienta la generación de plutonio debido a que podría ser utilizado para la “producción de material bélico” o caer en manos “terroristas”.

El reproceso y reciclado de los combustibles nucleares son componentes esenciales de una buena práctica de aprovechamiento de los recursos minerales en la generación de energía eléctrica bajando aún más el costo de generación, por un lado, y por el otro, una garantía de su no uso para fines bélicos.

Continuar con la Investigación y Desarrollo ( I & D) en el campo nuclear permitiría a la CNEA y al INVAP desarrollar y acumular mayor experiencia que la adquirida, en el diseño y construcción de centrales nucleares, elevando su perfil científico y tecnológico. Esto permitiría conformar un equipo que incursione en los avances de la energía nuclear en la etapa actual de la fisión y prepararse para dar los pasos necesarios hacia la tecnología de fusión nuclear controlada, donde las posibilidades de generación energética serían infinitas: el recurso en lugar del uranio ó plutonio serían los isótopos del hidrógeno el elemento más abundante en la naturaleza.

Terrores infundados difundidos por las internacionales ecologistas.

Los lugares comunes de la argumentación contraria a la energía nuclear son: la peligrosidad de la actividad, se recuerda constantemente el accidente de Chernobyl y se pone el acento sobre la generación de residuos radioactivos y la necesidad de su disposición final.

En cuanto a Chernobyl, mucho se ha exagerado acerca de las reales consecuencias del accidente, el que nunca pudo haber ocurrido en nuestro país debido al diseño y operación segura de nuestras centrales. La central de Chernobyl es una de las quince centrales que tiene en actividad Ucrania, y tiene en proyecto cinco más. En el mundo existen 438 centrales en actividad y todas tienen normas de seguridad muy estrictas, y han tomado debida cuenta de la experiencia de Chernobyl y tomado sus recaudos, aunque la mayoría por diseño son muchísimo más seguras que la de Chernobyl. La industria nuclear ha mejorado sus diseños de manera que, al igual que nuestro CAREM, las nuevas centrales son absolutamente seguras, al depender de principios físicos y no de circuitos lógicos o de la intervención humana.

En cuanto a los supuestos residuos radioactivos los pseudoecologistas se han quedado en el tiempo. Sacan sus conclusiones partiendo de datos reales del primer mundo acerca de la generación de residuos nucleares, fruto no solo de las centrales nucleares sino también de la producción de material bélico, en donde en forma irracional han acumulado sólo en los EEUU 70.000 toneladas de residuos nucleares radioactivos, debido a que no se hace reproceso a pesar de existir y dominar la tecnología. Francia reprocesa sus combustibles nucleares gastados y la Argentina tiene la tecnología para hacerlo.

Pero la ciencia y la tecnología avanzan, de manera que conceptualmente ya no existen los “residuos nucleares”. Los combustibles nucleares usados no son un residuo, sino un recurso renovable que puede reprocesarse obteniendo nuevo combustible nuclear y valiosísimos isótopos de utilidad medicinal como el estroncio-90 y el cesio-137.

La humanidad ha avanzado siempre desde el control del fuego, manipulando en su progreso, un incrementado control sobre materiales peligrosos y fuerzas hostiles, en su beneficio. Si el hombre primitivo, hubiera tenido el mismo miedo irracional al fuego, que se pretende que tengamos a la energía nuclear y al progreso científico e industrial, todavía estaríamos en la edad de piedra.

Algunos interrogantes

El proyecto de ley elevado al Congreso Nacional no menciona el tema del uranio, elemento vital en todo proyecto nuclear. Primer pregunta ¿Es olvido ó cálculo? ¿Qué ha ocurrido con la producción de uranio en nuestro país?

En 1998 el gobierno de Menem suspendió la producción de uranio nacional. En aquel entonces el kilo de ese mineral costaba 25 dólares. Hoy el país lo está importando a 300 u$s el kilogramo. Este incremento de precio, debido a la mayor demanda por el incremento de los proyectos de centrales nucleares en el mundo, ha llamado la atención de empresas extranjeras que ya han comenzado el cateo en distintas provincias.

El presidente de la Asociación de Profesionales de la CNEA (APCNEAN) el Ing Hugo Palamidessi, denunció que varias de las empresas extranjeras no están explorando, “sino rodeando yacimientos de la CNEA o desempolvando viejos estudios nuestros”. Se están importando 120 toneladas de uranio por año que es el consumo de nuestras centrales Atucha I y Embalse y se está pagando por ello 36 millones de dólares. Fuentes de la CNEA estiman que si la Argentina volviera a producir uranio el costo sería menor a la mitad y se daría trabajo a por lo menos mil personas.

Minería del uranio

La Ley de Minería vigente, que permite el saqueo de nuestros recursos minerales por empresas extranjeras, alcanza también a los minerales de uranio. Las empresas extranjeras están proyectando la explotación de las minas de uranio y su exportación. ¿No se verá la Argentina obligada a comprar su propio uranio, no al costo de extracción sino a precios del mercado mundial? Esto perjudicaría la ventaja competitiva que en el mercado mundial podría tener la Argentina como exportadora de centrales nucleares con provisión del combustible nuclear y servicio de reproceso del mismo.

Este proyecto elevado al Congreso Nacional, si bien incompleto, está orientado en el buen camino. ¿Será aprobado por los representantes de la partidocracia vigente, respetuosos de la consecuencia del pacto de Olivos celebrado entre Alfonsín y Menem, la constitución del ´94? No es una simple alteración del orden de las cifras ni una casualidad que la constitución del ´94 sea en sus contenidos inversa a la del ´49. Esta última, que legalmente está en vigencia, es el Estatuto Legal de una Nación independiente, dueña de sus recursos naturales y con capacidad de decisión soberana.


Referencias bibliográficas.
La historia de la Argentina Nuclear de Guillermo H. Lamuedra, Ediciones Camino Propio
Energía para un Proyecto Nacional y Popular, Lahoud, Deluchi, Hamlin, Cuadernos de La Izquierda Nacional.
The nuclear power revolution, Marjorie Mazel Hetcht, 21st Century Science & Technology, Fall 2008
We Need to Reprocess Spent Nuclear Fuel, And Can Do it Safely, at Reasonably Cost, Clinton Bastin, 21st Century Science & Technology, Summer 2008

(Fin del artículo)

(*) Guillermo Alejandro Hamlin es miembro constituyente de la organización Socialismo Latinoamericano (SL). Ingeniero Industrial de la UBA con 36 años de trabajo en la industria. De esa extensa trayectoria, 19 años transcurrieron en SOMISA - la gran siderúrgica de Fabricaciones Militares-, 2 en SIDERAR, nombre que recibió SOMISA al comprarla el grupo Techint, luego en Lero Técnica S.R.L. -productora de auxiliares químicos y agroquímicos-, Scac -productora de piezas de hormigón armado pre tensado-. Posteriormente fue consultor en manejo de residuos peligrosos y desde el 2005 es Director Gerente de Medam BA S.R.L. empresa dedicada al tratamiento de residuos patogénicos.

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(Fin de la carta)