viernes, 21 de octubre de 2011

A Kadafi no lo derrocò y asesinò ninguna "revoluciòn popular" DESENMASCAREMOS LA CONSTRUCCION DISCURSIVA QUE LEGITIMA EL ZARPAZO IMPERIALISTA EN LIBIA

Por Gustavo Cangiano - Socialismo Latinoamericano


Marcelo Cantelmi es el editor de la sección Internacionales del diario Clarín. Si para definir su perfil ideológico le preguntáramos al propio Cantelmi qué piensa de sí mismo, nos diría seguro y orgulloso que es un hombre "de izquierda". Nos diría que en cualquier rincón del planeta siempre simpatizará con la causa de las mayorías populares, y que detesta, en cambio, a las minorías privilegiadas que ejercen el poder, especialmente si lo ejercen de manera despótica.


Pero Marcelo Cantelmi trabaja en el diario Clarín. Y de Clarín pueden decirse muchas cosas, menos que sea un vocero de los intereses de esas mayorías populares con las que dice simpatizar nuestro editor izquierdista. ¿Cómo explicar, entonces, que el izquierdista Cantelmi preste servicios en la mega-empresa de Herrera Noble y Magnetto? ¿Acaso la transformación de Clarín en un poderoso multimedios no fue posible gracias a las oscuras relaciones que mantuvo con la última y sangrienta dictadura militar? Hay al menos dos respuestas posibles para este interrogante. La primera sería que Cantelmi es un hombre contradictorio. Que escribe "con la mano izquierda" pero cobra sus dinerillos (que ciertamente no son pocos) "con la mano derecha". Pero esta explicación no resulta del todo convincente, puesto que Cantelmi no constituye una excepción en el mundo del periodismo. También en Clarín, por ejemplo, presta servicios nada menos que el hermano del "trotskista" Jorge Altamira, cuyas notas firmadas con seudónimo llenaron muchas páginas del periódico "Prensa Obrera". Además, esta explicación no permitirìa responder otra pregunta igualmente importante: ¿por qué razón un diario "de derecha", orgánicamente ligado al poder mediático trasnacional, recurre a periodistas "de izquierda" para que llenen sus páginas y decidan la línea editorial? ¿Acaso la apropiadora de niños y el amigo de Camps son tontos?

,
No. Una explicación más razonable es la siguiente: el "izquierdismo" de ciertos periodistas profesionales como Cantelmi no sólo que no resulta contradictorio con el "derechismo" de sus patrones, sino que resulta absolutamente funcional a ese "derechismo". Porque "izquierda" y "derecha" dejan de ser términos antagónicos cuando es un mismo interés superior el que maneja a ambos. En el caso que nos ocupa, detrás del "derechista" Magnetto y de su empleado "izquierdista" Marcelo Cantelmi se encuentra no agazapado sino a la vista de quien quiera verlo, ese entramado de intereses cuya complejidad se sintetiza en la palabra "imperialismo".


BOMBAS Y NOTICIAS CAEN SOBRE LIBIA


La invasión militar de Libia, el derrocamiento de su gobierno y el asesinato tanto de Kadafi y sus familiares como de decenas de miles de ciudadanos anónimos, comenzaron a implementarse hace alrededor de ocho meses. El primer capítulo de la operación consistió en la difamación de Muammar Kadafi y de su gobierno. Había que presentar al líder de la Revolución nacional-popular de 1969, ante la "opinión pública", como a un sangriento dictador que vivía en medio de riquezas inconmensurables mientras masacraba sin misericordia a su propio pueblo. Un nuevo Hitler, podría decirse. De ese modo, todo lo que sobrevendría en Libia -las 50 mil vidas que se cobrarían los bombardeos de la OTAN, entre otras cosas- podría ser muy espantoso, pero estaría justificado. Paralelamente a esta operación mediática, se irían desenvolviendo las dimensiones política, militar y económica de la invasión y destrucción de Libia. Pero sería un error creer que las bombas lanzadas desde los aviones franceses o norteamericanos resultaban más letales que los discursos lanzados desde las agencias noticiosas controladas, directa o indirectamente, tambièn por los franceses o los norteamericanos. Digamos que el efecto de irradiación de las primeras alcanzaba a los habitantes de Trípoli o Sirte, mientras que el de las segundas se extendía hasta lugares tan alejados como Buenos Aires. Perounas y otras, bombas y noticias, eran igualmente necesarias para coronar exitosamente el objetivo trazado. Ya lo había dicho Miguel de Unamuno hace mucho tiempo: no se trata sólo de vencer, sino tambièn de convencer. Y ésta es, precisamente, la tarea de los tinterillos bien pagados como Cantelmi: convencer a la "opinión pública".


LA DESTRUCCION DISCURSIVA DE LIBIA


Veamos cómo tituló Cantelmi su columna en Clarín el día 21 de octubre de 2011: "El final definitivo de la dictadura libia. Una victoria que alimentará las imitaciones en el universo árabe". Se trata de un texto que deberían leer atentamente los estudiantes de periodismo, puesto que constituye una pieza magistral de manipulación ideológica.
Consideremos en primer término las adjetivaciones con las que Cantelmi interpela la dimensión "emocional" de sus lectores, tratando de inducirlos a tomar partido por uno de los contendientes en pugna. Para referirse a Kadafi y a su derrocado gobierno, Cantelmi utiliza indistintamente las siguientes expresiones: "el autócrata libio", "el sátrapa que gobierna el Norte de Africa", "la dictadura pro-occidental", etc. Es interesante prestar atención a este último calificativo: la "dictadura" de Kadafi habría sido "pro-occidental". Para cualquier mortal medianamente sensato será realmente difícil aceptar que un gobierno derrocado por Occidente sea "pro-occidental". ¿Desde cuàndo los occidentales derrocan a las "dictaduras" que tienen a su servicio? Pero ocurre que Cantelmi es un escriba "izquierdista", y su tarea consiste en defender los intereses de sus patrones con argumentos que sean gratos al paladar "progresista" de cierta pequeñaburguesía porteña. (De los argumentos "derechistas" se pueden encargar otros, los Kovadlof o los Sebreli en La Nación o los Eduardo Feinmann en C5N, por ejemplo)
Tampoco ahorra calificativos Cantelmi para las bandas que asesinaron a Kadafi. Considera a sus miembros como protagonistas de una "revolución"; dice que son "la gente" y que son "el pueblo". Para adosar cierto barniz heroico a la tarea depredadora de estos mercenarios financiados por las monarquías del Golfo Pérsico y entrenados por la CIA, los presenta como "una guerrilla desarrapada, desorganizada", provista de "vetustos cohetes sovièticos y con fusiles que robaron a los arsenales del régimen, incluídos algunos de cacería". Por supuesto, es un misterio indescifrable que una "guerrilla desarrapada" haya podido derrotar militarmente a una "dictadura" supuestamente armada hasta los dientes. Un mistero casi tan grande como la inexistencia de imágenes que den cuenta del presunto fervor popular que ha despertado en Libia el asesinato de Kadafi. Pero a Cantelmi le tienen sin cuidado las inconsistencias discursivas en las que incurre. Anticipándose tal vez a la objeción de que si los guerrilleros fueron tan "desarrapados" como él pretende, entonces no podrían haber derrocado a Kadafi sin la activa participación del imperialimo occidental, responde: "Nunca (los guerrileros) recibieron armamento moderno de sus aliados occidentales debido a que la OTAN declaraba que entre esa milicia desesperada había agazapados contingentes de la red terrorista de al Qaeda, un argumento que tambièn agitaba Kadafi", y "fue esa gente y no los bombardeos aliados los (sic) que tomaron Trípoli".
¿Puede alguien en su sano juicio creer que esos "guerrilleros desarrapados" habrían derrocado al gobierno kadafista por sí solos? ¡Ni siquiera los grupos "trotskistas" como PO o PTS, que festejaron la caída de Kadafi con alegría indisimulada, se atreven a sostener tal disparate! ¿Puede alguien medianamente honesto negar el papel decisivo que desempeñaron las potencias imperialistas en el derrocamiento del gobierno y el asesinato de Kadafi? Pero Cantelmi, que desde luego no es honesto,ni siquiera parece estar en su sano juicio, aunque sabe muy bien cómo torcer los hechos para dejar satisfechos a sus patrones. Ante la imposibilidad de negar que además de "la dictadura" y "los rebeldes", la OTAN desempeñó un papel central a lo largo del conflicto, dice como al pasar que esta organización criminal coincidía con Kadafi en la caracterización de los "rebeldes" como militantes de al Qaeda. De este modo, discursivamente quedan Kadafi y la OTAN ubicados de un lado, y los "rebeldes" del lado opuesto. Los lectores "progresistas" de Cantelmi, entonces, no deberían tener dificultades para tomar partido. Cantelmi cree haber encontrado un dato irrefutable en favor de su tesis de que los imperialistas participaban en el campo kadafista antes que en el campo "rebelde": "Durante la revolución -dice el empleado de Magnetto-no existió extremismo islámico visible en el país, ni imágenes del terrorista Osama Bin Laden, o leyendas de repudio a EEUU o a Israel".


¿Qué decir al respecto, que el propio Cantelmi no sepa? ¿Que las imágenes de Bin Laden aparecen y desaparecen a la medida de las necesidades norteamericanas? ¿Que una "revolución" en un país oprimido del Tercer Mundo es inverosímil sin muestras de repudio al imperialismo yanqui y a sus títeres sionistas? El hecho invocado por Cantelmi prueba exactamente lo contrario de lo que él quiere probar: a Kadafi no lo derribò ninguna "revolución popular", sino una conspiración imperialista urdida por EEUU, sus socios europeos y sus sirvientes del mundo árabe. Acaso la gorra con la inscripciòn "Nueva York" que cubría la cabeza del presunto asesino de Kadafi sea un claro indicador de ello, como lo fue la bandera norteamericana que envolvió una estatua de Saddam el día de su caída.


En la parte final de su nota, Cantelmi se permite formular predicciones. Tras afirmar alborozado, en sintonia con los discursos de Obama, Cameron y Sarkozy, que "el final de Kadafi abre un proceso de democratización", anuncia que "el final del capítulo libio es la peor de las noticias para Siria y para Irán". La tiene clara el "izquierdista" Cantelmi. Magnetto debería aumentarle el salario. La invasión imperialista de Libia y el asesinato de su líder, que combatió hasta el final como había prometido, ha sido tan sólo "un capítulo" de una estrategia que empezó con Irak y Afganistán y que amenaza continuar con Siria y con Irán. El brazo del imperialismo se extiende sangrientamente por el Medio Oriente, posicionándose para la disputa por la hegemonía mundial que mantendrá con China en las próximas décadas. Los países coloniales y semicoloniales de Afríca, Asia y América Latina debemos encontrar la manera de no ser meras piezas descartables en un tablero diseñado por otros.

(Fin del artículo - fin de la carta)